Informátic@… ¡tú no mandas!

Desde la admiración por la profesión, pero matizando su interacción, hoy este “tecnólogo-informático” viene a criticarnos a la “la informática y los informáticos”, rompiendo una lanza a favor de otras áreas y actividades de valor que descansan sobre el fundamento tecnológico.

Abordo la cuestión desde 3 prismas: Individual / Empresa de servicios / Empresa-cliente.

Prisma INDIVIDUAL

¿Habéis oído frases como estas?… “llevo Recursos Humanos, pero realmente soy abogado”, “estoy en Selección, pero mi verdadera profesión es Psicóloga”, “llevo la Jefatura de Proyectos pero realmente soy informático”…

¿De dónde nos hemos sacado que lo que “somos de verdad” es la carrera o el oficio que estudiamos (hace…)?

Profesionalmente somos… como somos, lo que hacemos y lo que sabemos hacer, titulitis completamente aparte.

La experiencia es más que un grado, nos conforma, y si tuviéramos que discriminar entre lo que hacemos… cuánto es experiencia, cuánto competencias transversales, cuánto cultura, cuánto “aprender a aprender” y cuánto estricta aplicación de lo aprendido de la época estudiantil… el % sería revelador.

Mi caso no es especial en absoluto… he trabajado en investigación, en prensa, en editoriales, en Formación y Recursos Humanos, como guionista, analista de software, fotógrafo… muchísima gente puede contar lo mismo, todas las disciplinas que por itinerario profesional ha tenido que aprender y desplegar, y allá cada cual en el grado de excelencia que se haya esforzado en llegar para cada una.

(por favor no le digáis a nadie que “soy informático”, no vaya a ser que me llamen para arreglar el ordenador de alguna sobrina…)

Comprendo que para muchos profesionales la Tecnología sea su fin, y he conocido personas realmente excepcionales en ello (que a veces me dan envidia por su dedicación exclusiva a algo tan hermoso)…

… pero para mí es un medio, una herramienta, una-poderosa-herramienta.

Prisma de EMPRESA DE SERVICIOS

Todas las empresas “tecnológicas” (o de fuerte componente tecnológica) prestan servicios fundamentados en la Tecnología, pero no siempre tienen claro que el verdadero valor aportado es de orden superior, o sencillamente “fundamentado en”.

Quien vende “un software de evaluación de desempeño”, quien vende “estudios de mercado desde el Big Data y la IA”, quien vende “eLearning” vende ESO … Evaluación, Estudios, Formación… no vende tecnología.

Y más le vale comprenderlo a quien dirige la comercialización, más le vale comprenderlo al comprador, que a veces busca “tecnología” en vez de servicio o solución, y también más le vale al productor, que debe discriminar en qué ámbitos de relación se encuentra “codo a codo con el cliente en el puente de mando”, y en qué otro ámbito debe supeditar dicha producción, como si de un “proveedor de ambos” se tratase.

Decían en Black and Decker que “no vendemos taladros, sino agujeros perfectos” … y es verdad que eso es lo que necesita la gente, no un “cacharrazo” … si se vendieran los “agujeros del 6, del 8, del 12” como “pegatinas” para poner en la pared, eso sería lo que compraríamos.

En cierta ocasión nos llamó un potencial cliente preguntándonos que <<cómo era, cuál era el programa de contenidos, y cuánto costaba, nuestro ‘Curso de Acogida e Inducción en puesto’, que lo necesitaba para mañana”>> … y nos quedamos perplejos porque algo así lógicamente es propio de cada organización.

… es una confusión excepcional y paradigmática, pero al ritmo al que avanza la tecnología, similares cosas se siguen escuchando tanto de los que venden como de los que compran.

Prisma de EMPRESA-CLIENTE

Aquí empieza el charco…

Lo primero, empatizar con todos los interlocutores de RRHH, de Formación, de Selección, de Operaciones, de Expansión, Marketing, Comercial… no se salva ni uno, por todas esas veces que nos confiesan <<no me digas que tengo que hablar con los informáticos…>>

… ¿de dónde proviene este “terror”?, ¿qué se han hecho?, ¿realmente son tan irreconciliables?

Lo segundo, empatizar también con las divisiones TI, porque es verdad que han de ser los garantes de las viabilidades, compatibilidades, evolución de los parques, seguridad… y a veces tienen que escuchar solicitudes o críticas… de “ciencia ficción”, en todos los aspectos.

Pero aclaremos una cosa… cuando se incorpora un contenido con base tecnológica, un software, un espacio, un canal … es para algo… es para asistir una MISIÓN… formar, vender, comprar, comunicar, evaluar o seleccionar personas, organizar la producción, controlar las finanzas … mil cosas, que son responsabilidad de las áreas funcionales, no de TI.

  • … ¿en qué libro pone que quien debe comprar, decidir, vetar innecesariamente… sobre la compra de algo tecnológico… sea Tecnología?
  • … ¿acaso no es al área funcional de turno a quien debe dar servicio, o quien va a usarlo?

Soporte SÍ, consultoría SÍ, viabilidad SÍ … liderazgo, rotundamente NO.

Comprendo perfectamente que la Tecnología tenga cada vez más peso en las organizaciones, y más les vale que así sea, hacia la Transformación Digital, hacia la IA, etc.

Pero que este “peso”, en presupuesto, en estrategia, en equipo humano, en infraestructura… se transforme en puro “poder”, es un error estratégico y operativo, sobre el cual a más de un/a CEO o posición directiva habría que sensibilizar (si se me acepta la “insolencia”).

Hemos vivido muchísimas situaciones anecdóticas, algunas rozando el absurdo, pero solo contaré un par…

En cierta ocasión obtuvimos la mejor puntuación técnica (que no “tecnológica”) durante una licitación de una empresa, y como “requerimiento” se nos instó a demostrar que en nuestras producciones seguíamos la metodología “Métrica 3”… nos quedamos algo perplejos porque se trataba de un proyecto de Formación, que incluía diagnosis de colectivos y perfiles, análisis de actividades y documentaciones, contrastes casuísticos con el cliente, guionización técnica Story Board y redacción, sesiones de campo para la captura operativa, fotográfica y audiovisual, diseño artístico de personajes, animaciones, elaboración de manuales, diseño gráfico del entorno de navegación… y finalmente, todo aquel esfuerzo volcaba sobre unos módulos e-Learning, que claro, como finalmente acaba siendo “un software”, pues “demuéstrame que desarrollas software bajo esta metodología”… no importó en absoluto que nuestro procedimiento de trabajo estuviera, que lo estaba, certificado ISO, ni las más de 200 referencias que presentamos … sencillamente perdimos (merecidamente según el requerimiento, no digo que no, pero te hace pensar…)

En otra y también cierta ocasión, desarrollábamos, sobre un servidor del propio cliente, y con una herramienta del propio cliente, una aplicación que iba a estar allí alojada, accediendo a una base de datos de empleados interna también del propio cliente. Y la anécdota surgió al requerírsenos “que el desarrollo cumpliese tecnológicamente con la RGPD” cuando nosotros (que como empresa, cumplimos) no íbamos a tener en ningún momento acceso a ni un solo dato personal, pues la base de datos utilizada para el desarrollo ni siquiera era la de explotación una vez replicada por los técnicos, también, internos y propios del cliente… todo alojado tras su propio firewall.

… no son más que ejemplos que ilustran, por muy buena intención que haya, tanto por la empresa como por los propios responsables de TI, de las cosas que suceden cuando “se pone al mando al que no tiene la foto completa”.

Hay circunstancias peores, claro, cuando ni siquiera es buena “la intención”, porque seguro que no somos los únicos que nos hayamos topado con ciertos personajes (son los menos, pero los hay) que, más que informáticos comprometidos, parecen “un chulesco, que no eficaz, portero de discoteca disfrutando de su efímero momento de poder”.

(* los eficaces cuentan con toda mi admiración y respeto por una labor sociológica tan compleja, y toda mi empatía en los tiempos que corren)

CONCLUSIÓN

Finalmente, todo se resume en una correcta asunción de ROL EN EL EQUIPO.

De la misma manera que yo sé cuándo y en qué “mando” y cuándo y en qué “no mando”, diría a mis compañeros de carrera que también lo asuman, que intenten demostrar a las áreas funcionales por qué realmente son tan importantes, comprendiendo a la vez sus respectivas misiones, y que desempeñen con excelencia esta bella profesión, porque el futuro que nos aguarda, si conseguimos encajar en el lugar que nos reserva, es prometedor.